
Autor: Luz Katherine Castellanos Gil
Ya me cansé de ser espectador de la vida,
siempre juzgando la turbulencia del agua por el reflejo de las ondas.
Quisiera zambullirme, ahogarme si es preciso;
pero abandonar al fin, la seguridad fatal de la barrera
y dejar que mi sangre bañe la arena antes de congelarse en mis venas.
¿Qué peor muerte puede haber que esta ausencia de vida en vida?
Si mi corazón se volvió de piedra,
¿será que las piedras pueden sangrar?
¿Qué es el tiempo?
Un ritmo de vida…
Un pulso secreto…
Un gran espejo roto que me devuelve una imagen fragmentaria.
Intento adivinar mi rostro como si armara un enorme rompecabezas,
pero las piezas no cazan.
Adivino las sombras que se dibujan en el filo del pasado,
me visto con sus miradas como si me arropara con la piel de un animal muerto.
Si yo soy el anzuelo la eternidad abre sus fauces.
¿Cuándo empezaré a hacer mi propio camino, en vez de intentar calzar las huellas que dejaron otros pasos?
¿Cuándo dejaré de arar en el desierto, si sé que pronto soplará el viento y llegará la tormenta?
¿La libertad es ese fantasma que me acecha al otro lado del abismo?
¿Cuándo mi nombre dejará de ser un epitafio?
¿Cómo avivar dentro de mí el fuego sagrado?
El mismo que impulsa a la semilla a emerger de las entrañas de la tierra,
porque la única forma de descubrir su esencia es conocer su fruto.